
Edvard Grieg: La búsqueda de una identidad nacional
Publicación conmemorativa del centenario del fallecimiento de Edvard Grieg (1907/2007), encargo del C.P.M. "Francisco Guerrero" (texto íntegro)
sábado, 14 de febrero de 2009
1. Introducción
2. Contexto histórico
- 1814- Caída de Napoleón y destierro a la isla de Elba.
- 2 de marzo de 1815 - Los Cien Días (breve vuelta al poder de Napoleón)
- 17 de junio de 1815 - Waterloo. Definitivo destierro de Napoleón a la isla de Santa Elena. El Congreso de Viena (1814-1815): reorganización del mapa de Europa. Beethoven (45 años): Sonata op. 102 para violonchelo y piano.
- 1816 - El socialismo educativo: El ideal de Robert Owen. Cuando vosotros y vuestros hijos estéis en posesión de todo lo que preparo para vosotros, adquiriréis costumbres superiores; vuestras inteligencias se desarrollarán gradualmente... Desearéis entonces vivir en un estado más perfecto de sociedad, una sociedad que poseerá dentro de sí los medios adecuados para impedir la existencia de cualesquiera pasiones injustas, pobreza, crimen o miseria; en la que todo individuo se instruirá, y los poderes de su cuerpo y de su espíritu, dirigidos por la sabiduría derivada de la mejor experiencia previa, no conocerá ni los malos hábitos ni los sentimientos falsos; en la que el anciano recibirá atención y respeto y en la que toda injusta distinción se evitará, incluso la variedad de opiniones no creará desorden ni ningún sentimiento desagradable; una sociedad en la que los individuos adquirirán una salud, fuerza e inteligencia crecientes, en la que su trabajo será dirigido siempre ventajosamente, y en la que poseerán todo gozo razonable. Beethoven termina su sonata op. 101 para piano.
- 1824 - El socialismo utópico: El ideal de Sant-Simon. El simple sentido común ha depositado en todos los individuos el razonamiento siguiente: los hombres, habiendo trabajado siempre en pro de la mejora de su destino, siempre han tenido una meta: el establecimiento de un orden social en el cual la clase ocupada en las tareas más útiles sea la más considerada, y es precisamente dicha meta la que, necesariamente, acabará por alcanzar la sociedad. Primera interpretación de la 9ª sinfonía de Beethoven y conclusión del op. 127, su cuarteto nº XII.
- 1825 - La locomotora de George Stephenson, primera línea de viajeros de la historia entre Liverpool y Manchester. Pierre Simon Laplace: Mecánica celeste.
- 1826 - Últimas obras de Beethoven: cuartetos XIV, op. 131 y XVI, op. 135
- 1827 - Batalla de Navarino (independencia griega del imperio otomano). Última carta de Beethoven (dirigida a Moscheles): Toda una sinfonía está esbozada en mi mesa; una semana más tarde muere Beethoven.
- El ciclo revolucionario 1830-1848. La Revolución de 1830 es un proceso revolucionario que comienza en Francia con la denominada Revolución de Julio o las Tres Gloriosas jornadas revolucionarias de París que llevaron al trono a Luis Felipe y abrieron el período conocido como Monarquía de Julio. Se extendió por buena parte del continente europeo, especialmente en Bélgica -que obtuvo la independencia frente a Holanda-, en Alemania e Italia -donde se identifica con movimientos de unificación nacionalista-, en Polonia y en el Imperio Austrohúngaro. Las potencias absolutistas de la Santa Alianza consiguieron reconducir momentáneamente el proceso revolucionario sin ser víctimas de él. Stendhal escribe Rojo y Negro; Honoré de Balzac escribe Adiós; 11 de marzo Bellini estrena su ópera I Capuleti e i Montecchi en el teatro de La Fenice de Venecia. El estallido revolucionario de 1848, de nuevo iniciado en Francia, se extendió, una vez más, por el continente. En Viena, la insurrección fue acompañada por rebeliones en territorios austríacos de Hungría, Bohemia y norte de Italia. En Prusia estalló la revolución precedida de rebeliones campesinas con el levantamiento de Berlín, Hannover, Baviera y Sajonia. A su vez, estos movimientos revolucionarios impulsaron a los partidarios de la unificación nacional italiana a conseguir sus propósitos independentistas. Sin embargo, toda esta cadena de acontecimientos revolucionarios, de nuevo fueron aplacados, ya bien por las contradicciones internas revolucionarias, ya bien por su falta de organización operativa, ya bien por las brutales represiones.
3. Romanticismo y nacionalismo
De alguna manera, la impotencia en la consecución de los ideales nacionalistas, propicia que el romanticismo, como corriente artística, sirva de cauce ideológico para canalizar el sentimiento nacional generalizado en toda Europa. La resistencia a las tropas napoleónicas, los cambios fronterizos impuestos por el Congreso de Viena y el reconocimiento, por parte del liberalismo, del derecho a la libertad de la persona y, por tanto, a la de los pueblos, prepararon este caldo de cultivo por el que, a mediados de siglo, la mayoría de las naciones que, de un modo u otro, seguían dependiendo económica y políticamente de otros estados e imperios, clamaban por su identidad nacional.
En aquellos momentos, Alemania estaba viviendo un gran renacimiento cultural en el terreno de las letras, de la música y del pensamiento. Era la época de Beethoven, de Goethe, de Schiller, de Kant y de Hegel. Por consiguiente, podía enorgullecerse de presentar un panorama cultural más rico que el de Francia, a la que había arrebatado la superioridad de que ésta había disfrutado durante el siglo XVIII.
Rusia, por su parte, después de haber estado dominada culturalmente por la influencia de Italia y Francia, aspira a desarrollar una música propia. Por eso sus élites promueven todo aquello que suene específicamente “ruso” y contemplan con displicencia los productos culturales que enlacen con la tradición europea. Tchaikovsky lo sufre en carne propia: los miembros del grupo de los Cinco (Musorgski, Borodin, Rimski-Korsakov, Cui y Balakirev), que se tienen a sí mismos por guardianes de las esencias, critican al autor de El lago de los cisnes su exceso de occidentalidad.
Lo que engloba a una corriente musical en la categoría de escuela nacional es el uso de elementos folclóricos, de canciones propias de cada comunidad. Muchos de esos compositores no dudan en ir al campo y estudiar las melodías que se transmiten de generación en generación para incorporarlas a sus obras. Así procederían en un futuro no muy lejano Bartók y Kodály en Hungría. En España, Falla subirá a la sierra de Granada junto a García Lorca y ambos recogerán numerosas canciones que de otra manera hubieran desaparecido. Casi mil kilómetros al norte, en Euskadi, Aita Donostia hará también esa labor de antropología cultural y recuperará y armonizará decenas de temas populares. Guridi llevará ritmos y danzas a sus partituras. Dos catalanes, Granados y Albéniz, recrearán como pocos el ambiente de Andalucía mediante el uso de formas rítmicas próximas al flamenco. Los rusos, en fin, indagarán en la tradición de su enorme imperio para hacer una música genuinamente local. Pero y en los países nórdicos ¿quién se hace eco de estos aires de cambio?
4. La familia Grieg
Edvard Grieg era descendiente de una familia escocesa de apellido "Greig" —después de la Batalla de Culloden, en 1746, su bisabuelo había inmigrado por varios lugares, para finalmente asentarse como comerciante en Bergen, Noruega, alrededor del año 1770—, apellido que con los años se transformaría en Grieg.
Alexander Grieg, comerciante y cónsul de Inglaterra en Bergen (Noruega), se casó en 1838 con Gesine Judith Hagerup, pianista y profesora de piano. Edvard nació 15 de junio de 1843, y fue el cuarto de los cinco hijos que tuvo el matrimonio Grieg.
En 1853, cuando Grieg contaba 10 años, la familia se instala en Landås, ciudad natal de su madre, a dos kilómetros de Bergen, distancia que cada día Edvard y su hermano John recorrían a pie para asistir a la escuela de Bergen.
Su madre, excelente pianista, fue quien le dio sus primeras lecciones de música, introduciéndole en el mundo del piano. Cumplidos los doce años de edad, 1857, compuso sus primeras obras para piano con influencias claras de quienes por entonces eran sus músicos preferidos: Mozart, Weber y Chopin.
5. Edvard en Leizpig
Durante su último año en el Conservatorio de Leipzig, cursa estudios de composición con Carl Reinecke (1824-1910). En esta ciudad alemana publicaría, ya egresado del conservatorio, Cuatro piezas para piano op. 1 (ejercicio final de composición) y Cuatro canciones para voz de contralto y piano op. 2, sobre textos de los poetas Adelbert von Chamisso, Ludwig Uhland y Heinrich Heine.
6. Vuelta a casa
7. Primer período nacionalista (1864-1884)
8. Establecimiento definitivo en Noruega
De regreso a Christiana (Oslo), en otoño de 1868, organiza una serie de conciertos con el fin de afianzar su situación financiera. Recibe una carta de Liszt en la que manifiesta su gran interés particularmente por su Sonata para violín y piano op. 8, al tiempo que le invita a pasar un tiempo en Weimar para conocer más de cerca su obra, invitación que no podría ser atendida hasta cuatro años más tarde.En 1869, se beneficia de una subvención del estado noruego, en la que sería decisiva la intervención de Franz Liszt , lo que permite al matrimonio Grieg, todavía muy afectado por la reciente muerte por meningitis de su pequeña Alexandra, realizar un breve viaje a Roma donde se reencuentra con el músico húngaro y los círculos artísticos italianos, renovando en nuestro compositor su inspiración y confianza musicales.Considerando la importancia que tuvieron los diferentes encuentros entre Grieg y Liszt, vamos a detenernos para estudiar más a fondo esta relación.
9. Franz Liszt, mentor de Edvard Grieg
Concierto con Pinelli. Vi a Liszt coqueteando con algunas señoritas.
Mucho de lo mismo podría decirse de mí.
10. Primeros reconocimientos nacionales
11. Segundo período nacionalista (1885-1907)
12. Su música
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...los ritmos son una veces fluidos y flexibles, prestándose al rubato y correspondiendo a la fantasía y al ensueño sentimental y otras son rudos y categóricos, tomados de las danzas populares como el springdan de tres tiempos, o el halling de dos... Las melodías son originales y su modo flota a veces entre el mayor y el menor; unas son ingenuamente diatónicas y otras están matizadas de cromatismo... La armonía se deriva claramente de estas melodías y es muy personal, atrevida, casi genial para su tiempo.
La generación de compositores franceses a la que yo pertenezco se ha sentido fuertemente atraída por la música de Grieg. Ningún compositor me parece más cercano que Grieg, además de Debussy.